Una pequeña crónica que nos manda nuestro amigo Montys, luchador del circuito riojano de triatlón en sus dos modalidades:
Es mi primera participación
en este duatlón de Arnedo ya que el año pasado me lo impidió el trabajo, y este
año casi, ya que he salido a la 13.30 horas y con todo preparado del día
anterior para salir zumbando a mí destino.
Desde primera hora todo en el
curro va sobre ruedas; a las 12 horas saco
mi tapper de pasta con aceite con la mirada atenta de mis compañeras
anonadadas diciéndome…. ¡¡¡Pasta con aceite sin más!!! ¡¡Uagg..!! piensan ellas, acostumbradas a
pasta con besamel o tomate.
Bueno ya solo queda una
horita y pico de curro para tomar rumbo a la batalla por acabar y mejorar algún
puesto. Aunque no es mi mejor día en estado de ánimo, ya que mis mejores fans
(mi familia) no pueden venir a verme por todos los virus que nos han acontecido
en casa estos últimos días, lo afronto con muchas ganas.
Termina la jornada de trabajo
y empieza el camino hacia la salida; quedan dos horas y media para que empiece
la carrera, los nervios y el ansia por llegar empiezan a asomar. De repente, de
camino a Arnedo a la altura de Agoncillo”ring”, “ring”,… suena el móvil. El
manos libres se activa y contesto; ¿Dónde estás Montys? ¡Es la voz de nuestro
compañero Tambo! ¡Me he dejado el casco en casa! Sin pensármelo doy la vuelta
le cojo el casco y rumbo otra vez a Arnedo.
Sencillamente: "Tambo" |
Tras todo esto finalmente
llego a Arnedo y allí esta Tambo esperándome para llevarme al Pinar de Vico
(que yo no hubiera llegado a la primera ni de casualidad). Una vez allí, el
ambiente bochornoso y los comentarios sobre la dureza de la prueba, indicaba
que el esfuerzo iba a ser máximo.
Dejo la bici en los boxes y
empiezo a calentar por el circuito pedestre y si!!!! es muy duro, la última
vuelta a pie iba a ser muy dura.
Bueno, llega la hora de la
salida, mi cabeza piensa lo que hay que hacer y cómo debo hacerlo; y de repente
comienza la carrera. Los líderes salen como tiros y yo me mantengo tranquilo,
guardando fuerzas para esa última vuelta a pie que se me iba a hacer eterna…
A medida que íbamos corriendo me iba encontrando mejor y empiezo a adelantar posiciones, con buenas sensaciones hasta que cojo la bici claro. Las primeras pedaleadas de esa primera vuelta me costó mucho, en la bajada fui recuperando y en la segunda vuelta ¡me encontré genial!. Cuando mejor me encontraba con la bici tocaba dejarla aparcada y empezar a correr de nuevo. Y ahí está, la temida última vuelta pedestre, era como la imaginaba, jodida muy jodida. Me fallaban las piernas más que una escopeta de feria. Al llegar arriba, tuve que parar ponerme en cuclillas y estirar. No podía más; ¿se podrá bajar haciendo la cocreta? Pensé…pero al ver que tenía un perseguidor justo detrás de mí, me dije: este no me pasa ni de coña, y baje hasta la línea de meta sabiendo que hoy no me esperarían mis hijas para entrar con papa en meta, que para mí, es lo mejor de cada carrera.
Finalmente tuve un buen resultado, el 14. Muy contento en con mi puesto pero me faltaron mis chicas.
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